Ministerio Grano de Trigo

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De Gloria en Gloria


Capítulo 6:
LA SALVACIÓN DEL ALMA

Hipervínculos para:

ÍNDICE

Capítulo 5: La sentencia de muerte

Capítulo 7: El Tribunal de Cristo


Capítulo 6
LA SALVACIÓN DEL ALMA

En los capítulos anteriores de este libro, hemos estado investigando el eterno plan de Dios, el cual es preparar una novia para Sí mismo. Hemos visto que el hombre fue creado a Su imagen y semejanza para finalmente cumplir este santo propósito. Para comprender este plan más completamente, será necesario que el lector entienda no solo por qué Dios hizo al hombre sino cómo lo hizo. Verdaderamente fuimos hechos de una manera tremenda y maravillosa (Sal. 139:14). Desde este plano ventajoso, entonces, continuaremos hablando más a cerca de la obra santa que El está haciendo en cada uno de Sus hijos.

Como hijos de Dios no debemos caminar en oscuridad. Es la voluntad de nuestro Padre que tengamos entendimiento espiritual de lo que está ocurriendo en nuestras vidas, tanto a nuestro alrededor como dentro de nosotros. Es importante que entendamos cómo está trabajando el Espíritu Santo para transformarnos y así ser capaces de colaborar con Él en Su importante obra.

Por tanto, pasaremos un poco de tiempo aquí en este escrito para poner algunos lineamientos fundamentales para nuestra discusión en capítulos posteriores. Algunas revelaciones muy básicas necesitan ser implantadas en nosotros, algunas piedras de fundamento, por así decirlo, para que caminemos en luz y entendimiento. Algunos de ustedes, lectores, tal vez ya han sido enseñados estas cosas, de modo que ellas pueden servir como un tipo de revisión. Para otros, se espera que se conviertan en bloques fundamentales de construcción para continuar a mayores grados de madurez en Cristo.

Nuestro Dios es un Dios viviente. No tiene interés en ser confinado a un templo físico hecho por manos humanas. Quizás imágenes muertas y sin vida tengan un lugar en edificios sin vida, pero nuestro Dios, quien creó el universo y es siempre viviente, no tiene interés en estar limitado a una estructura terrenal. Mas bien, Su plan maravilloso y eterno incluye la idea de vivir dentro de seres humanos. Ellos, siendo santificados y limpiados por Su Espíritu, están siendo formados como una morada para Sí mismo.

La Biblia claramente enseña que nosotros, la gente de Dios, somos el templo del Espíritu Santo (1 Cor. 3:16). Viviendo en y a través de seres vivientes, nuestro Creador puede expresarse en una variedad infinita de formas. Por lo tanto, cuando hablemos del templo de Dios hoy y en el futuro, debemos siempre tener en mente que estamos realmente hablando de la gente del Nuevo Pacto de Dios-Su iglesia.

Equipados con esta comprensión, podemos ahora mirar el templo y el tabernáculo del Antiguo Testamento bajo una nueva luz. Lo más importante del asunto es que Dios no diseñó estas estructuras como una especie de morada permanente para Sí mismo. Mas bien, deben entenderse como símbolos y orígenes de una gran revelación referente a Su morada final: Su santo pueblo.

A través de los siglos, durante los cuales la iglesia cristiana ha existido muchos del pueblo de Dios han recibido diversas revelaciones concernientes al tabernáculo del Antiguo Testamento. Algunos lo han visto como un tipo de Cristo. Otros han entendido que es una prefiguración del Evangelio o el mensaje de redención. Estoy completamente seguro que la totalidad de la revelación contenida en esta santa estructura no será nunca comprendida por ningún hombre en esta vida. Sin embargo, estoy igualmente seguro que cuando Dios dio instrucciones para este tabernáculo, El tenía en mente Su futura morada: Su Iglesia.

Por lo tanto, cuando examinamos esta “tienda de reunión” en detalle sin duda podemos descubrir algo a cerca del hombre y cómo Dios lo hizo por cumplir Sus planes. A través del tabernáculo podemos aprender algo a cerca de nosotros mismos y acerca de cómo y por qué Dios está obrando en nosotros y a través de nosotros.

Con esto en mente, cuando miramos el tabernáculo que construyó Moisés, una característica es sobresaliente. Esta es que dicha estructura está compuesta de tres partes: un “atrio exterior”, el “lugar santo”, y el “santo de los santos”. Aunque hay varios muebles y otras instalaciones que se mencionan relacionadas con diferentes funciones y ceremonias, estas tres divisiones distintivas constituyen la base para el plan estructural.

Es significativo, cuando observamos de cerca al hombre, el presente y futuro templo, también él está dividido en tres partes principales: cuerpo, alma y espíritu. Esta verdad que el hombre está hecho en tres partes se confirma en el Nuevo Testamento donde leemos: “y oro a Dios que todo vuestro espíritu y alma y cuerpo sea preservado irreprensible hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo” (1 Tes. 5:23).

Es interesante que en el idioma original griego, en el que se escribió el Nuevo Testamento, la palabra “y” separando “espíritu y alma y cuerpo” se incluye, claramente haciendo distinción entre ellos. Algunos maestros de la Biblia han errado tratando de constituir al hombre en solo dos partes, por ejemplo cuerpo y alma, pero las Escrituras son claras: el tabernáculo tiene tres partes y también el hombre-cuerpo, alma y espíritu.

Se ha generado cierta confusión en el uso de las palabras “corazón” y “carne” en la Biblia, al parecer introduciendo otras “partes”. Sin embargo, no tenemos que confundirnos por esto. El “corazón del hombre” se refiere a las partes que nos se ven. La Santa Palabra usa la palabra “corazón” del hombre para referirse a las partes internas del hombre, el alma y/o el alma y el espíritu juntos.

La palabra “carne” significa la parte caída y pecaminosa del hombre, a veces solo el cuerpo, pero la mayor parte de las veces el cuerpo y el alma juntos. Esta palabra, entonces, se refiere a una o a ambas partes “más externas”, esto es el alma y /o el cuerpo. Estas palabras “corazón” y “carne” son más generales en su uso, ya que se refieren a más de una “parte”.

Como pueden ver, hay cierta sobre posición en esta terminología y por lo tanto puede llegar a ser confusa. Sin embargo, si pensamos en el templo de Dios y sus tres divisiones como correspondiendo a las tres partes principales del hombre-cuerpo, alma y espíritu- no tendría que haber confusión.

EL SIGNIFICADO DE “SALVACIÓN”

En beneficio de una completa claridad y verdadera comprensión de la revelación bíblica, debemos ahora pasar un poco de tiempo examinando la palabra “salvación”. Por favor ponga mucha atención a este análisis. La mayoría de los cristianos creen que ya saben lo que significa la palabra salvación, pero en realidad muy pocos tienen una comprensión apropiada de ella.

Casi todos los creyentes hoy equiparan la palabra “salvación” con “nacer de nuevo”. Para ellos, estas palabras son sinónimas en su significado y uso. Consideran que las palabras “ser salvo” y “nacer de nuevo” significan exactamente lo mismo. Sin embargo, en la Biblia, estas palabras con frecuencia tienen significados muy diferentes. Por favor que no le sorprenda esto, pero simplemente continúe leyendo aquí y usted también verá cómo la palabra de Dios frecuentemente usa estas palabras y frases para querer decir cosas muy diferentes.

Quizás la mejor forma de entender el significado bíblico de “salvación “o “ser salvo” es darse cuenta que esta palabra se usa en el Texto Sagrado para expresar tres períodos diferentes de tiempo. Se usa de tres maneras diferentes. Podríamos ver esto como tres tiempos diferentes del verbo: el tiempo pasado, el tiempo presente y el tiempo futuro. Esto se traduciría algo así como: hemos sido “salvados”, estamos siendo “salvados” y seremos “salvados”. De hecho, en el idioma griego, en el que se escribió el Nuevo Testamento, este es exactamente el caso. Allí podemos encontrar verbos que se relacionan con “salvación” que ocurren en estas tres formas: el tiempo pasado, el tiempo presente (con una acción incompleta todavía en progreso) y el tiempo futuro.

Es significativo que la manera como estos verbos se usan corresponde directamente a las tres partes del hombre a cerca de las cuales hemos estado hablando. Como todos sabemos, la humanidad ha caído en pecado. Debido a esta caída, la raza humana necesita ser salvada, no solo un poco salvada, sino completamente salvada-cuerpo, alma y espíritu. A través del tiempo, nuestro Dios está efectuando Su obra de salvación en cada parte de nuestro ser.

SALVACIÓN DEL CUERPO

Quizás la manera más clara y fácil de empezar es hablar a cerca de la “tercera” o la parte más visible de nuestro ser, nuestro cuerpo. Cuando Jesús murió en la cruz, El obtuvo para cada creyente una salvación completa. Ni siquiera nuestro cuerpo físico fue dejado de lado. Sin embargo, esta “salvación” de nuestro cuerpo aún no se ha manifestado. Es algo en el futuro.

Algún día nuestro cuerpo mortal será glorificado. Será “salvado”. Será cambiado para ser como el cuerpo inmortal y glorioso de nuestro Señor resucitado. Esto es probablemente a lo que se refiere el apóstol Pedro cuando habla de una “salvación lista para ser revelada en el tiempo final” (1 P. 1:5).

Aquí Pedro habla de una salvación futura la cual aún no es manifiesta. Ya que el “nacer de nuevo” ya ha sido revelado, es evidente que él está refiriéndose a otra cosa. Pablo también hace alusión a esta salvación futura del cuerpo cuando dice: “porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando inicialmente creímos (Rom. 13:11).

Cuando Jesucristo venga en Su gloria con Sus ángeles, los muertos en Cristo serán levantados y trasformados de una manera gloriosa (2 Cor. 5:1-4, 1 Cor. 15:38-55, Rom. 8:23). Esto es parte de nuestra salvación. Sin embargo, su realización no es en el pasado, ni en el presente, sino en el futuro.

SALVACIÓN DEL ESPÍRITU

A continuación hablaremos a cerca de la “primera” parte de nuestro ser, nuestro espíritu. Cuando Dios creó al hombre, sopló en él aliento (o “espíritu” ) de Vida. (Tanto en el idioma hebreo como en el griego, la palabra aliento y espíritu es la misma.) Este es entonces el origen del espíritu humano del hombre, el aliento o “Espíritu” de Dios. Este “órgano”, el espíritu humano, fue diseñado por Dios para ser el elemento principal del ser del hombre. Es la parte que está hecha para tener comunión con Dios y estaba destinada a ser la parte fundamental o más importante dentro de nosotros.

En el momento en que Adán y Eva pecaron contra Dios, algo dentro de ellos murió. No solo comenzaron a morir físicamente, sino que también algo dentro de ellos cambió. Es imposible que nosotros sepamos exactamente lo que ocurrió, pero podemos ver que en alguna forma su espíritu humano fue apagado y ensombrecido. El dulce compañerismo que alguna vez tuvieron con Dios fue interrumpido. Un tipo de oscuridad espiritual descendió sobre ellos y sus vidas fueron radicalmente cambiadas. Esta pérdida fue devastadora. Obviamente esta “parte” del hombre también necesita ser salvada.

Cuando un hombre o una mujer entran por la fe en Jesucristo, ocurre una maravillosa salvación. El Espíritu de Dios entra en su espíritu humano y se produce una unión eterna. La Biblia dice: “el que se une al Señor es un espíritu (con el Señor) (1 Cor. 6:17). En otro lugar se nos dice: “aquello que es nacido del Espíritu (esto es el Espíritu de Dios) es espíritu (esto es el espíritu humano)” (Jn. 3:6). La unión del Espíritu Santo con el espíritu humano efectúa el nuevo nacimiento.

Somos “nacidos de lo alto” cuando recibimos el Espíritu de Dios en nuestro espíritu. ¡Qué cosa maravillosa ha ocurrido con nosotros. El Espíritu de Dios ha entrado en nuestro espíritu y hemos llegado a ser una nueva clase de criatura celestial. La unión del Espíritu Santo y el espíritu humano crea un nuevo ser espiritual (2 Cor. 5:17).

“Nacer de nuevo” es el primer evento en una experiencia cristiana genuina. Este paso inicial, que involucra fe, arrepentimiento y recibir el Espíritu de Dios es la manera como entramos en la eterna familia de Dios. Como hemos visto en el capítulo 2, esto significa que hemos recibido la propia Vida eterna de Dios.

Tal como un niño nace en una familia natural al recibir la vida de sus padres, así también nosotros, cuando nacemos de nuevo, llegamos a ser “bebés en Cristo”, los niños inmaduros en la familia de Dios. Esta experiencia es inmediata, esto es, que ocurre en un momento. Quizás toma minutos o segundos, pero es muy similar a un nacimiento físico.

Esto es entonces lo que la mayor parte de la gente quiere decir cuando hablan de “ser salvos”. Esta palabra “salvo” es usada con más frecuencia en el tiempo pasado como cuando la gente dice: “yo he sido salvo” o cuando preguntamos: “cuándo fuiste salvo?” Con esto queremos decir: “yo he nacido de nuevo” o “cuando experimentaste el nuevo nacimiento”.

A veces en el Nuevo Testamento, esta palabra también es usada de esta manera. Leemos : “…no por obras hechas en justicia, que nosotros mismos hiciéramos, sino de acuerdo a Su misericordia, nos salvó por medio del lavamiento de la regeneración y la renovación del Espíritu Santo” (Tito 3:5). Y también: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe” (Ef. 2:8). En estos pasajes, la palabra “salvo” es usada para referirse a nuestro nuevo nacimiento, un evento que está en el tiempo pasado para todo verdadero cristiano.

UNA OBRA CONTINUA

Significativamente, la palabra “salvación” o “ser salvo” es también usada muchas veces en la Biblia para describir una obra presente y continua. Frecuentemente, es usada en un contexto o en una forma verbal que indica que es una obra todavía en progreso. Por ejemplo, cuando leemos que debemos “llevar a cabo [nuestra] propia salvación con temor y temblor” (Fil. 2:12), esto indica que algo aún continúa. Aquí vemos claramente que aunque hemos nacido de nuevo, todavía hay una parte de nuestra salvación que necesitamos “llevar a cabo”.

Demostrando un pensamiento similar Pablo dice: “y esto resultará en salvación para mí por medio de vuestra oración y el suministro del Espíritu de Jesucristo” (Fil. 1:19). Ciertamente Pablo ya estaba renacido. Sin embargo este verso revela que había una continua obra de salvación ocurriendo en la vida de Pablo. De modo que vemos que hay una tercera forma en la cual se usa la palabra “salvación”, representando una obra continua presente.

Otro versículo que expresa de una manera muy clara la verdad que hay hoy día una salvación continua para los creyentes más allá del nuevo nacimiento, se encuentra en Romanos 5:10. Aquí leemos. “Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por medio de la muerte de Su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados seremos salvos por Su Vida (ZOE)”. Aquí vemos que la “reconciliación” ha ocurrido. El nuevo nacimiento ha sido efectuado. Sin embargo el proceso de la salvación aún está continuando.

En este pasaje la salvación continua se llama algo que es" mucho más ". La reconciliación con Dios es realmente maravilloso, pero aquí entendemos que hay algo descrito como "mucho más". Es decir proceso de salvación continua. Es el proceso de transformación hasta que estemos completamente santificados.

Todavía otro versículo que muestra que la salvación es un proceso continuo es 1 Cor. 1:18. Aquí leemos: “porque el mensaje de la cruz es necedad a aquellos que se están perdiendo, pero a nosotros que estamos siendo salvados es el poder de Dios”. Muchos pueden leer este pasaje con la mentalidad de una salvación que es un evento de “una sola vez” y por lo tanto leen equivocadamente como: “a nosotros que estamos naciendo de nuevo”. Sin embargo, aquí las palabras indican claramente una obra en progreso. Pablo y los lectores de esta epístola habían ya experimentado el nuevo nacimiento. Aquí él se está refiriendo a su continua experiencia de la admirable gracia de Dios.

Esta verdad que la obra de la salvación puede ser algo continuo está de alguna manera oscurecido por nuestro uso de las formas verbales. De acuerdo a los autores de la traducción de la Concordante Literal, en el Nuevo Testamento Griego hay verbos frecuentemente usados que indican, no un hecho completo, sino una acción que está incompleta y todavía continúa.

Por lo tanto en muchas partes en las versiones inglesas donde leemos las palabras “ser salvo” o “son salvos” en realidad podría ser y quizás debiera traducirse “estar siendo salvado” o “están siendo salvados”. Ya que “estar siendo salvado” suena mal en Inglés*, la mayoría de los traductores de la Biblia tradujeron estos casos como “ser salvos”, implicando así una obra completa. Desafortunadamente, haciéndolo así, también oscurecieron la verdad revelada en la palabra de Dios.

Por favor permítame citar varios pasajes bien conocidos del Nuevo Testamento usando esta forma de verbo diferente indicada en la traducción Concordante Literal para que usted pueda entender lo que quiero decir. Cuando Jesús estaba predicando y respondiendo a las acusaciones de los judíos, El dijo: “yo no recibo testimonio de hombre; mas digo estas cosas para que ustedes puedan estar siendo salvos” (Jn. 5:34), indicando así una obra que continúa.

En Romanos 5:9 leemos: “mucho más entonces, habiendo ahora sido justificados por Su sangre, estaremos siendo salvados de la ira por medio de Él”. Nuevamente en 1 Corintios 15:1,2, dice: “Además, hermanos, les declaro el evangelio que les prediqué, el cual ustedes también recibieron y en el cual perseveran, por el cual también están siendo salvos, si retienen esa palabra que les prediqué- a menos que ustedes creyeron en vano”.

De acuerdo a los autores de la traducción Concordante, estas palabras “ser salvo” que indica una acción incompleta y continua, la cual podría traducirse “estar siendo salvado”, ocurre en los siguientes versículos: Mr. 16:16, Lc. 8:12, Jn. 3:17, 10:9, Hch. 2:21, 11:14, 16:31, Rom. 5:9,10, 10:13, 1 Cor. 10:33, 15:2 y 1 Tes. 2:16. Por favor, tome algo de tiempo para revisar todos estos versículos, leyéndolos con la idea, de una acción continua, de “estar siendo salvado, para que usted mismo tenga una nueva y más verdadera comprensión del evangelio.

LA SALVACIÓN DEL ALMA

Como usted pudo haberlo adivinado, este proceso continuo de “salvación” es algo que está ocurriendo en nuestra “segunda parte”, nuestra alma. Cuando nacemos de nuevo nuestra primera “parte”, nuestro espíritu, es salvado. En el futuro cuando Jesús regrese en gloria nuestra tercera “parte”, nuestro cuerpo, será salvo. Pero hoy día Dios está haciendo un trabajo continuo en nuestra segunda “parte”, nuestra alma.

Esta verdad se ve claramente en Heb. 10:39 donde leemos: “pero nosotros no somos de aquellos que retroceden para perdición (destrucción), sino de aquellos que creen para salvación del alma”. Esta es una verdad esencial que ha sido tristemente descuidada y malentendida por la iglesia de nuestros días. La salvación del alma no es un evento, es un proceso al cual todos nosotros necesitamos atender seriamente.

Volviendo a la analogía de Dios del tabernáculo, vemos que el Espíritu de Dios entra en nuestro espíritu humano y reside allí. Es aquí donde la presencia de Dios mora permanentemente. El no viene y se va. Sea que “sintamos” esta presencia o no, una vez que lo hemos recibido, Dios mora dentro de Su santo templo en nuestro espíritu.

Pero en el día cuando Jesús fue crucificado, ocurrió algo admirable. El velo que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo, fue partido en dos de arriba abajo. El resultado fue que la presencia de Dios no estuvo más confinada al íntimo Lugar Santísimo, sino que quedó libre para moverse fuera y entrar al Lugar Santo. En nosotros esto significa que Dios no está confinado solo a nuestro espíritu sino que puede llenar y llenará nuestra alma con Su presencia.

Quizás, ustedes lectores, recordarán del capítulo 2 nuestro análisis de tres palabras griegas para “vida”: BIOS, SIQUE Y ZOE. Allí aprendimos que ZOE es la palabra para la Vida de Dios eterna e increada y que SIQUE es la palabra que se usa para nuestra “vida anímica” vieja y caída. (En este libro, se utiliza la letra "V" en letras mayúsculas, la palabra "vida" en referencia a esta Vida de Dios.)

Aquí llegamos a un punto en nuestra enseñanza donde esta distinción llega a ser muy importante. Ya que el “espíritu de Vida (ZOE) en Cristo Jesús” (Rom. 8:2) está ahora en nuestro espíritu, es evidente que tenemos una Vida sobrenatural, eterna en lo más íntimo de nosotros. Pero en nuestra alma, todavía tenemos una vida creada, natural, pecaminosa, SIQUE. La parte interior es santa pero la exterior continúa siendo pecaminosa.

Cuántos de nosotros podemos testificar esto en nuestra experiencia. Como Pablo, tenemos un deseo santo en el hombre interior, pero nos encontramos practicando el pecado con nuestro hombre “exterior” (ver Rom. 7:15). La solución a este dilema es lo que ahora estaremos investigando.

UNA SUBSTITUCIÓN GLORIOSA

El plan de Dios es substituir, poco a poco Su Vida gloriosa, eterna por la nuestra terrenal, corrupta. Esto es lo que significa el término “la salvación del alma”. Cuando damos al Espíritu Santo oportunidad, El se “extiende” del íntimo santuario de nuestro espíritu, al interior de nuestra alma y gradualmente realiza esta substitución esencial.

Cuanto más le abrimos nuestro ser, tanto más El toma la oportunidad para llenarnos con lo que El es. Cuanto más frecuentemente y más profundamente permitimos al Espíritu ingresar a nuestra alma, tanto más profundamente somos cambiados. La Biblia llama a este proceso “transformación o “santificación”. Obviamente, cuanto más somos cambiados o “transformados” a Su imagen , tanto más santificados o santos llegamos a ser. Estas dos cosas, santificación y transformación, son parte de la maravillosa obra llamada “la salvación del alma”.

Quizás una buena analogía para esto podría ser la formación de la madera petrificada. La madera, en su estado natural es susceptible a descomponerse, al deterioro y es capaz de ser quemada. Pero en ciertas circunstancias, cuando un pedazo de madera cae en el agua, ocurre otro proceso. Poco a poco, los elementos naturales de la madera son quitados y varios minerales se depositan en su lugar. El agua satura y penetra la madera, quitando lentamente los ingredientes originales, pero preservando la apariencia externa. Tengo entendido que no solo se preservan los brotes que cubren al árbol sino aún la estructura celular es todavía visible bajo el microscopio. Así la madera es cambiada de ser perecedera a ser “eterna “desde un punto de vista humano. Ya no más se pudrirá y se ha hecho “incombustible”.

De una manera similar cuando le permitamos a Dios obrar así, el Espíritu Santo saturará y penetrará cada rincón de nuestra alma. Poco a poco el limpiará los viejos elementos naturales de corrupción y decadencia y substituirá Su propia Vida eterna y naturaleza por la nuestra. Seremos santificados y purificados por el lavamiento del agua en la palabra (Ef. 5:26).

El resultado es que llegamos a ser “eternos” y, como veremos más adelante, también “incombustibles”. Dios no cambia la “estructura” externa de nuestro ser, solo el contenido. Llegamos a ser gente diferente por dentro. En lugar de ser motivados por una, vida sique, pecaminosa, llegamos a ser dominados por una Vida zoe, justa.

Esto no quiere decir que lleguemos a tener una clase de personalidad diferente de la que teníamos antes o que nos convirtamos en alguien que no éramos. En lugar de eso encontramos que llegamos a ser quienes realmente fuimos creados para ser. Llegamos a ser la clase de persona que encaja perfectamente con nuestras personalidades y capacidades. Llegamos a ser lo que nuestro Creador realmente se propuso.

Como analogía, digamos que Dios no toma una piedra verde y la hace roja. Mas bien, El toma una piedra verde opaca y la purifica hasta que se hace transparente. Entonces nuestra alma (la piedra de nuestra analogía) puede libremente exhibir todo lo que Dios es dentro de nosotros, brillando a través del “color” de quien El quiso que fuéramos. Habremos sido purificados de todas las obstrucciones, hechos transparentes como la novia de Cristo (Apoc. 21:11), de modo que El pueda ser visto en nosotros en toda Su gloria en una forma especial en la que solo nosotros podemos exhibirlo.

CRECIMIENTO EN LA VIDA

Cuando Jesús fue encarnado aquí en la tierra, El nació en un lugar sucio y humilde- en un establo y en un pesebre. Así también, cuando nacemos de nuevo haciendo que la Vida de Dios nazca en nosotros, Jesús nuevamente se humilla a Sí mismo para entrar en un lugar humilde. Sin embargo, El no se quedó en el pesebre por mucho tiempo. El crecía en “sabiduría y estatura” (Lc. 2:52). El creció en fuerza y madurez, y también en utilidad a Su Padre Celestial.

De la misma manera, la eterna Vida de Dios crece dentro de los creyentes que buscan y obedecen al Señor. Así que esta Vida madura, ellos también llegan a ser cada vez más útiles a Dios. Notan ustedes que el deseo del Señor no es tener una guardería infantil eterna llena de bebés espirituales quienes constantemente necesitan tiempo, cuidado y atención, El está buscando hijos e hijas maduros que le puedan ser de utilidad aquí en la tierra para lograr Sus propósitos eternos.

Hay una necesidad urgente que todos los hijos de Dios crezcan a la madurez espiritual. Nuestro testimonio al mundo no es solo en palabras, es también en actitudes y acciones que ponemos de manifiesto. Nuestro “testimonio” no es solo lo que decimos, sino también lo que somos.

Lo que el mundo necesita es a Jesús. El es la respuesta para sus necesidades. Pero la gente donde lo va a encontrar? Cómo van a saber los no salvos como es El? Sólo siendo exhibido a través de Su pueblo. Y cómo sabrán que El ciertamente puede salvarlos? Sólo viendo que El ha librado a otros de lo que eran y los ha cambiado a Su semejanza.

Piense en esto conmigo. Si no estamos librados y transformados, qué derecho tenemos que decir a los demás que Jesús realmente transforma y libera? Si nuestras actitudes, acciones y reacciones no muestran el carácter de Dios, qué derecho tenemos a decir a los demás Que Tienen que ser salvo? Sólo viendo cómo Él nos ha librado de donde estábamos y nos hizo a su semejanza. Esto requiere que crezcamos en la Vida de Dios de modo que Su naturaleza pueda expresarse a través de nosotros.

EL CRECIMIENTO REQUIERE TIEMPO

Como con todos los seres vivientes, el crecimiento requiere tiempo. Tal como es en el mundo físico, así es en el espiritual. No hay tal cosa como madurez instantánea. El crecimiento en la Vida toma tiempo y nutrimento. Esto es especialmente cierto de las especies de plantas más grandes y más impresionantes, los árboles gigantes. Para alcanzar la madurez, requieren cientos de años de crecimiento. Sólo el suave e inconsistente hongo crece de un día para otro.

Estas cosas debieran ser instructivas para nosotros. Crecer espiritualmente toma también tiempo y nutrimento. Nunca ocurrirá instantáneamente. Requiere atención buscar, obedecer y conocer al Señor Jesucristo. 1 Pedro 2:2 dice: “como niños recién nacidos, desead la leche no adulterada de la palabra para que ustedes puedan crecer por ella para salvación”. Aquí es claro que nuestra continua salvación es el resultado de un proceso de crecimiento ayudado por nutrimento espiritual.

Más aún, somos instruidos por la palabra de Dios a crecer. Pablo nos urge “a crecer en todas las cosas en El” (Ef. 4:15). Esto no es algo insignificante, hermanos y hermanas. Se nos ha ofrecido la plenitud de Dios. No ha escatimado nada. Ha derramado Su sangre para abrirnos el camino. Ha derramado su Espíritu Santo para poner a nuestro alcance todo lo que El es. A nosotros, pequeños e insignificantes seres humanos, se nos ha ofrecido la oportunidad de llenarnos a plenitud del Dios del universo.

Pero estamos aprovechando la oportunidad? Estamos usando nuestro tiempo para buscar, llamar y pedir hasta que estemos satisfechos de haber recibido todo lo que es posible? Los Gálatas fueron reprendidos por Pablo por su falta de madurez. El dice: “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros”, (Gal. 4:19). Ven ustedes, estos eran “miembros de iglesia”. Ya habían nacido de nuevo. Sin embargo estaban fallando en rendirse a Dios y buscarlo de modo que los condujese a la plena “formación” de Cristo dentro de ellos. Estaban descuidando una salvación tan grande (Heb. 2:3).

La mejor manera de crecer espiritualmente y así entrar en la salvación que es nuestra en virtud de ser hijos de Dios es pasar tiempo en Su presencia con Su santa palabra. 2 Timoteo 3:15 dice…..” has conocido las Sagradas Escrituras, las cuales son capaces de hacerte sabio para Salvación por la fe que es en Cristo Jesús”.

Queridos amigos, la mesa de Dios está dispuesta, Su festín ha sido preparado. Todo lo que falta es que aquellos que son llamados usen su tiempo y atención para llenarse, más y más, una y otra vez hasta el día de Su venida. Nada falta sino nuestro deseo y voluntad. De esta manera estaremos “recibiendo el fin de [nuestra] fe, la (completa) salvación de [nuestras] almas” (1 P. 1:9). Verdaderamente, “El puede también salvar completamente a aquellos que vienen a Dios por medio de El” (Heb. 7:25). Ven ustedes, el nuevo nacimiento es el comienzo de nuestra fe pero el fin es la plena salvación de nuestras almas. Qué otra cosa podría ser más preciosa y más valiosa que esto?

La salvación del alma es una parte esencial de la experiencia cristiana. Es un proceso a través del cual cada creyente necesita pasar. Ninguno está exceptuado. Como hemos estado viendo, no es suficiente “nacer de nuevo”. No solo necesitamos experimentar la salvación de nuestro espíritu sino que es imperativo que prosigamos para recibir todo lo que Jesús ha comprado para nosotros: la salvación del alma. Esta experiencia incluye cosas tales como la “transformación”, la “santificación”, el “crecer en el Señor”, la “purificación” y la “renovación de la mente”.

La manera cómo esto ocurre es misteriosa. No es posible explicar la mecánica de ello de una manera mental y analítica. Solo sabemos que ocurre así que día tras día nos entregamos completamente a Él. Ocurre así que Su Vida crece dentro de nosotros. Así que pasamos tiempo en Su presencia contemplando Su gloria, estamos siendo transformados en esa misma imagen de gloria en gloria por Su Espíritu (2 Cor. 3:18). Esta no es una promesa para el futuro, sino algo que necesitamos estar experimentando día tras día. No es solo para unos pocos “místicos” sino para todos los hijos de Dios.

El continuo proceso de la Salvación del alma es algo que debemos experimentar en esta Vida. Cuando Jesús regrese, no habrá una segunda oportunidad. Como hemos visto, no hay tal cosa como transformación instantánea más adelante. Hoy día tenemos una elección que hacer. Hoy día podemos poner de lado el pecado y cualquier otra cosa que nos esté reteniendo y corramos detrás de Jesús. Mañana no habrá excusas. “He aquí, ahora es el tiempo aceptable; he aquí, ahora es el día de salvación” (2 Cor. 6:2).

Fin del Capítulo 6

Use los siguientes hipervínculos para leer otros capítulos

Capítulo 1: El Amor de Dios

Capítulo 2: La oferta de la vida

Capítulo 3: Los dos árboles

Capítulo 4: Las dos naturalezas

Capítulo 5: La sentencia de muerte


Capítulo 7: El Tribunal de Cristo

Capítulo 8: Montañas y valles

Capítulo 9: La Sangre del pacto

Capítulo 10: Dividiendo el Alma y el Espíritu (1)

Capítulo 11: Dividiendo el Alma y el Espíritu (2)

Capítulo 12: Por gracia a través de la fe

Capítulo 13: La imagen del Invisible

Capítulo 14: La Esperanza de gloria