Ministerio Grano de Trigo

Leer en línea el libro
De Gloria en Gloria


Capítulo 8:
MONTAÑAS Y VALLES

Hipervínculos para:

ÍNDICE

Capítulo 7: El Tribunal de Cristo

Capítulo 9: La Sangre del pacto


Capítulo 8
MONTAÑAS Y VALLES

Hemos estado viendo en el capítulo precedente que la salvación del alma no es un evento, sino un proceso. Es una transformación que dura toda la vida la cual cada hijo de Dios necesita estar experimentando. Todos nosotros necesitamos crecer espiritualmente según lo que Dios tiene la intención de que seamos.

Pero: ¿Cómo ocurre esto? ¿Cómo podemos entender las diferentes cosas que están ocurriendo en nuestra vida, tanto dentro nuestro como en nuestro entorno? Por supuesto que este crecimiento espiritual es un proceso viviente. Es un producto de la Vida sobrenatural madurando dentro nuestro. Es Cristo “siendo formado” en nuestro ser interior (Gal.4:19). Consecuentemente, es un misterio. Tal como realmente no entendemos “cómo crecen los huesos en el vientre de aquella que está encinta (Ec.11:5) así también el crecimiento espiritual es un misterio. Simplemente no hay forma posible de explicar de una manera detallada y sistemática cómo ocurre. No es el resultado de seguir una serie de reglas previamente proyectadas o procedimientos, sino de la operación del Espíritu de Dios dentro nuestro.

Aún cuando todo esto es verdad, hay unos pocos factores que podemos reconocer. Quizás podamos pensar en ellos como señales que debemos buscar, por así decirlo, las cuales nos pueden ayudar a identificar, al menos parcialmente. Algunas de las cosas que nuestro Señor está logrando dentro nuestro es que Dios, a través de Su palabra, ha puesto delante nuestro algunas de las cosas que Él desea lograr en nuestro interior.

Juan el Bautista fue enviado por Dios para preparar a la gente de su tiempo para la venida del Mesías. El profetizaba acerca de Aquel que iba a venir. Como parte de este ministerio, citando al profeta Isaías, él declaró que era: “La voz de uno clamando en el desierto: Preparen el camino del Señor, hagan Sus senderos rectos. Todo valle será rellenado y toda montaña y colina bajada; y los lugares torcidos serán enderezados y los caminos ásperos allanados; y toda carne verá la salvación de Dios” (Lc.3:4-6).

Esta es una palabra profética maravillosa acerca de la salvación del alma. Aquí Juan está haciendo referencia a algunas cosas muy importantes que Dios desea hacer dentro de cada uno de nosotros. En nuestra alma, cuando aún no ha sido tocada por Dios, tenemos muchos diferentes puntos de fortalezas y debilidades, “áreas” de nuestra vida en las que nos sentimos fuertes y capaces, y otras, en las que no tenemos mucha confianza. También, “áreas” emocionales o psicológicas que están desviadas o inhabilitadas por las experiencias en la vida.

Para que Jesús se manifieste a través nuestro, todas estas cosas deben ser cambiarse. Él debe transformar nuestro ser interior de tal manera que El Señor pueda fácil y libremente fluir a través nuestro y revelarse al mundo. En nuestro interior debemos llegar a ser un “camino” para el Rey, un medio para que él se exprese a Sí mismo sin estorbos, ni confusión o egolatría.

LAS MONTAÑAS

Todos tenemos nuestras propias “montañas”, sin tomar en cuenta cuán débiles o desvalidos nos podamos sentir. Cada uno de nosotros tenemos nuestras propias fortalezas. Recuerdo, hace algunos años, que mi esposa y yo estábamos aconsejando a una mujer joven que parecía no tener ninguna fortaleza de carácter en absoluto. Era completamente pasiva y no hacía nada. Aparentemente, no podía hacer nada por sí misma y actuaba como si fuera un vegetal humano.

Llegamos a saber que cuando era joven, sus padres habían hecho todo por ella. Nunca había tomado una decisión por sí misma y se había “dejado llevarse por la vida por otros”. De modo que, cuando dejó el hogar para asistir a la universidad, simplemente quedó mentalmente quebrantada. Sin ayuda, no podía sobrevivir.

Pero, al tratar de ayudarla, descubrimos algo muy interesante. A pesar de esta aparente debilidad, ella tenía una gran fuerza era muy testaruda. Cuando no quería hacer algo, nada podía moverla. Cuando tratábamos de animarla a actuar en cierta forma, su tremenda testarudez se hacía evidente. Esta era una gran montaña en su vida.

Todos los seres humanos tienen estas “montañas” o lugares altos. Todos tienen algunas áreas fuertes y pueden ser muy capaces, muy inteligentes, aptos para intercambiar y controlar a otra gente. Pueden ser muy buenos para organizar cosas, tener talento para la música o la oratoria. Simplemente, pueden tener una voluntad muy fuerte y ser capaces de llenar cualquier requisito. Algunas personas son especialmente talentosas y tienen bastantes habilidades. Otras quizás son menos “dotadas”. Pero, toda alma que Dios creó, tiene algunas montañas o puntos fuertes en su vida.

Como hemos estado viendo, este Jesús que vive dentro nuestro quiere también vivir a través nuestro. Él desea expresarse a por medio de nuestro ser. Sin embargo, estas áreas en las cuales somos tan fuertes y capaces presentan un problema; aquí nuestra personalidad, tiene mucha dificultad expresándose porque ya hay otra vida que valiéndose activamente de estas facultades.

Ya que somos tan capaces en estas áreas: ¿Por qué necesitamos someternos a Su dirección y control? Sin mucho esfuerzo, somos capaces de hablar y actuar en estas áreas de la vida. No estoy diciendo que estamos rebelándonos intencionalmente o tratando de hacer algo en contra la voluntad de Dios. De hecho, con mucha frecuencia, cuando estamos actuando en nuestras áreas de fortaleza, creemos estamos haciendo la voluntad de Dios y tratando de “vivir para Él “servirlo”

En Filipenses capítulo 3, Pablo hace toda una lista de quién y qué era él antes de encontrase con Jesucristo. Evidentemente, era un varón judío muy capaz, bien criado y educado. Sin embargo, después de describir todas estas fortalezas y ventajas dice que “las cosas que eran ganancia para mí, las he contado como pérdida por Cristo”. (Fil. 3:7). En el Reino de Dios, estas cosas no tenían valor para él. Al contrario, eran un estorbo, una pérdida, porque formaban parte de su carácter a través de las cuales Dios no podía moverse ni expresarse libremente.

Son estas “montañas”, estas partes fuertes de nuestra alma, las que necesitan ser derribadas. Estos lugares altos necesitan ser allanados. En tanto seamos capaces de vivir y actuar nosotros mismos, no tenemos necesidad de depender completamente de Jesús. Puede ser que tengamos la intención de permitirle expresarse y que nosotros anhelemos ser obedientes, sin embargo sólo por ser nuestra propia vida tan fuerte en estas áreas, ni siquiera nos damos cuenta cuando somos nosotros y no Él es quien se está expresando.

Por lo tanto, Dios debe hacer un trabajo de quebrantamiento en cada uno de Sus hijos y actuar para quebrar nuestra confianza en nosotros mismos, nuestra ambición de trabajar para Él, nuestro confiar las propias habilidades y dependencia de la propia fuerza, de modo que no se trate de lo que podamos hacer y ser para Dios, sino lo que podamos realizar o hablar cuando Él nos está motivando. Sólo así podremos llegar a ser un “ camino ancho” para el Rey.

A aquellos que son muy orgullosos, Dios debe humillarlos. Él trabajará continuamente en su vida para exponer las verdaderas debilidades de varias maneras. Pude permitir que ellos caigan (Dn.11:35) O puede hacer que sus obras valiosas para Él se desintegren. Puede, aún, tener que exponer sus pecados a otros para humillarlos. Él quebrantará su orgullo, hasta que quede hecho polvo. Sólo después llegarán a ser vasos útiles para Su servicio. Verdaderamente: “Dios resiste a los orgullosos” (Sgto. 4:6).

A aquellos que son muy capaces, Dios puede permitirles fracasar. Una y otra vez, Él determinará las circunstancias, de modo tal, que no puedan lograr sus objetivos. Vez tras vez Él los frustrará. Esto es especialmente cierto en su trabajo para l Señor.

Frecuentemente, tales creyentes, llegan a descorazonarse y amargarse. Piensan que Dios los ha abandonado. Después de todo, piensan que han estado tratando de servir a Dios con todo su corazón. ¿Dónde está la bendición? ¿Dónde está el amor de Dios? ¿Dónde está la poderosa mano de Dios? La poderosa mano de Dios está, por cierto, siendo manifestada delante de sus propios ojos, pero no la pueden ver. Está trabajando para quebrantar su propia fuerza y capacidades, está obrando para destruir su propia autoconfianza. En realidad, esta es una cualidad de autoconfianza muy amorosa que Dios podría hacer por ellos.

La Palabra de Dios dice: “Humillaos bajo la poderosa mano de Dios para que los exalte en el tiempo apropiado” (1 P. 5:6), pero ¿Cuándo será este “tiempo apropiado”? ¿Cuándo podrá Dios finalmente usarnos de alguna manera más grande? Será cuando nuestra propia fuerza, nuestras propias habilidades, capacidades y nuestra propia confianza mermen. Será cuando “... para que no confiemos en nosotros mismos, sino en Dios que levanta los muertos Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos. (Cor. 1:9) Será cuando nuestra propia fuerza, nuestras habilidades, poderes y nuestra propia confianza en sí mismo ya no existan. Cuando las montañas de nuestra personalidad fuerte se hayan convertido en llanuras. Cuando hayamos muerto a nosotros mismos, a nuestras ambiciones y a nuestros planes cuando Jesús solo se esté manifestando a través nuestro.

En una situación, mientras Jesús estaba ministrando a las multitudes, le pidió a sus discípulos que le dieran algo de comer. Obviamente, Él ya sabía que tenían muy poco, sólo cinco panes y dos peces. Pero, el Señor, estaba tratando de ilustrar una verdad para ellos, sabía también que, como hombres naturales, tenían poco para ofrecerle a la gente. De modo que tomó lo que tenían en sus manos. Allí Él lo bendijo y luego lo partió en pedazos. Después, todos comieron lo suficiente y hasta sobró. Así también lo es en nuestra propia vida. Lo que tenemos como seres humanos naturales puede parecer bueno desde nuestro propio punto de vista pero, hasta que no seamos partidos por Sus manos, seremos de poca utilidad para Dios.

Al comienzo de nuestro caminar cristiano puede parecer que tenemos éxito, para sólo encontrar más tarde muchas frustraciones. Al principio, cuando Pablo se convirtió, inmediatamente estuvo en las sinagogas debatiendo con los líderes judíos y causando toda una conmoción. Pablo “confundía a los judíos … demostrando que Jesús era el Cristo” (Hch.9:22). Más tarde, “discutió con los griegos” hasta que ellos trataron de matarlo (Hch.9:29).

Sin embargo, poco después, aparentemente desaparece de la “escena cristiana” y había quiénes se preguntaban:“¿dónde estaba?” Estaba en Tarso, Damasco y Arabia (Gal.1:17). No sabemos exactamente por qué fue a estos lugares o cuánto tiempo estuvo allí, pero una cosa está clara: Cuando aparece nuevamente en el registro bíblico, no está más debatiendo ni disputando, sino ministrando a en el nombre Cristo.

Le pregunto: ¿En lugar de trabajar para Dios, ha aprendido usted a dejar que Dios trabaje a través de Él.

Poco después su nombre cambia de “Saulo” el natural, apasionado, religioso, a Pablo, el apóstol, aquel que es usado por Dios.

¡Cuántos de Sus hijos han desarrollado multitudes de seguidores y grandiosos ministerios sólo para caer más tarde en algún tipo de pecado y causar daño a la reputación de Cristo. ¿Cuántos han efectuado “poderosas obras para Dios” sólo para deshonrarlo más adelante? Esto es porque nunca fueron quebrantados. Las “montañas” de su fuerza personal nunca fueron allanadas,. sino que continuaron adelante, usando su propia ambición, energía y esfuerzos: Para trabajar por Jesús hasta que su fuerza humana falle. Consecuentemente, llegaron a ser presa fácil para el diablo.

Verdaderamente, es la amorosa mano de nuestro Padre Celestial la que no nos permite tener éxito por nuestra cuenta. Es una demostración de Su gran amor por nosotros que Él nos prevenga de lo que queremos y nos discipline severamente. Sólo de esta manera podremos, eventualmente, convertirnos en vasos de honor para Su santo nombre.

LOS VALLES

No sólo todos tenemos áreas de fuerza natural y capacidades, sino que también tenemos áreas de debilidad y decaimiento. Estos son los valles de nuestra vida, situaciones donde no tenemos autoconfianza, ni tenemos grandes habilidades ni seguridad. Quizás estamos llenos de temor y así evitamos a toda costa situaciones que nos pongan en una posición de tener que hacer o decir algo que nos haga sentir incómodos.

Quizás tenemos temor a ser rechazados, de modo que no les hablamos a otros de Cristo. Posiblemente, nos sentimos inadecuados, por lo tanto no hacemos nada para alcanzar y ayudar a otros. Nuestra timidez nos lleva a no reprender ni exhortar a otros que necesitan de este ministerio. Nuestra falta de confianza nos lleva a quedarnos en casa y “dejar que otros hagan el trabajo”. Aún hay algunos que glorifican su timidez en su propia mente, clasificándola como “humildad” en lugar de lo que realmente es: temor.

Queridos amigos, este tipo de actividad tampoco glorifica a Jesús. Cuando estamos llenos de temor y, por lo tanto, nuestra resistencia a hacer, decir o ser un número de cosas, nos limita severamente, porque nuestro Señor no se puede expresar a través nuestro. él no se puede mover libremente en nuestro ser porque encuentra la resistencia de nuestras debilidades humanas. Cuando Él desea hablar a través de nosotros, nos retraemos. Cuando desea actuar nos resistimos. Los valles de nuestras inseguridades y la timidez crean obstáculos en Su camino. La multifacética plenitud de Su personalidad no puede ser expresada. Por lo tanto, para ser transformados, debemos rellenar estos valles. Debemos experimentar la salvación de Dios en estas áreas de nuestra vida.

Una gran parte de nuestra transformación en estas áreas requiere fe. Para actuar y hablar cuando nos sentimos inadecuados, se necesita fe en Dios. Debemos confiar que cuando Él nos está guiando a hacer o decir algo, nos sustentará cualquiera sea el resultado. Debemos aprender a escuchar Su voz y luego obedecerle a través de la fe, confrontando cualquier temor y debilidad que podamos tener dentro nuestro.

Sin duda, nuestro Señor nos guiará a estas áreas una y otra vez. Tendremos que “caminar sobre el agua” una y otra vez. Se nos requerirá confrontar nuestros temores muchas, muchas veces. Debemos actuar en fe repetidas veces hasta que, para sorpresa nuestra, estas cosas ya no sean más difíciles para nosotros. Con el paso del tiempo encontraremos que lo que alguna vez fue imposible ahora es parte normal de nuestra vida.

Cuando obedecemos a Jesús para decir o hacer según Su voluntad en áreas que nos hacen sentir incómodos, poco a poco estos valles se van rellenando. Donde alguna vez no había nada más que debilidad, ahora hay fortaleza. El valle se ha convertido en llanura. Sin embargo, no somos “nosotros” quienes estamos siendo expresados. Es como dijo Juan el Bautista: “Uno más poderoso que yo” (Lc. 3:16).

En la práctica, son estas mismas áreas de temor y debilidad que el Señor puede usar para glorificarse a Sí mismo de las maneras más poderosas. Ya que en estas etapas de nuestra vida tenemos muy poca expresión del yo, Dios puede muy fácilmente llenarlas y usarlas. Cuando estamos dispuestos a confrontar nuestros temores en obediencia al Espíritu, Jesús puede manifestar Su naturaleza poderosamente.

Jesús dice que Su “poder se hace prefecto en la debilidad” (2 Cor. 12:9). Es cuando no sabemos qué hacer o qué decir, que Él puede llenarnos de Sus pensamientos y deseos. Es cuando somos totalmente incapaces, que Su virtud gloriosa puede mostrarse. Dios no requiere gente fuerte, confiada, ni talentosa, mas bien, Él está buscando a aquellos que, a través de la fe, le permitan ser todo lo que Él quiere ser a través de ellos. Ciertamente Pablo dijo: “Cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Cor. 12:10). Dios usó las incompetencias de Pablo para manifestar Su poder.

Otro factor en esta experiencia de transformación es que debemos negarnos a nosotros mismos. Negarnos a nosotros mismos abarca no sólo no hacer lo que queremos cuando sabemos que a Jesús le desagrada, sino también hacer lo que no queremos cuando vemos que es Su voluntad.

Cuantas veces la carne se resiste a entrar en áreas de debilidad, timidez o decaimiento. Cuán frecuentemente nos hemos dejado llevar sentimientos gratos y de confianza, en lugar de la obediencia en fe. Frecuentemente, estamos esperando que Dios cambie “nuestra manera de sentir” antes de actuar o hablar mientras que Él está esperando que nosotros obedezcamos de modo que pueda cambiar nuestro modo de ser, porque “Sin fe es imposible agradar a Dios” (Heb. 11:6).

Nunca olvidaré cuando conocí a una hermana cristiana de mediana edad en Inglaterra. Había atravesado un divorcio o alguna otra experiencia traumática. Como resultado había quedado deprimida. Ella pasaba los días sin objetivo alguno. Asistiendo siempre a reuniones buscando algo de estímulo e inspiración. Se había convertido en una constante carga para otros con su aire triste y desalentado.

Su esperanza era que le ocurriese algo tan bueno, tan completamente maravilloso que contrarrestase todos sus sentimientos negativos y que comenzase a hacerla sentir bien de nuevo. Por supuesto, esto nunca ocurrió y nunca ocurrirá. La verdadera solución para ella fue negarse a sí misma. Necesitaba negarse al lujo de la auto-conmiseración. De hecho, necesitaba también dejar completamente de pensar en sí misma. Necesitaba volcar su corazón a Dios y comenzar a pensar en servir a otros. Su necesidad era tener como meta el hacer felices a otros y buscar el bienestar de los demás. De esta manera encontraría en el Señor una satisfacción y felicidad sobrenaturales que llenarían su depresión.

LOS LUGARES TORCIDOS

Hay personas que son naturalmente fuertes. Otras sufren de timidez y debilidad. Pero hay también aquellos, cuyas vidas, han sido torcidas por el enemigo. En algún punto , muy probablemente en su infancia, experimentaron algo devastador que dejó una herida emocional en su carácter. Para algunos, esto puede haber sido un abuso, una relación sexual o una violación. Para otros, pudo haber sido el maltrato físico. Quizás, otros fueron traumatizados sicológicamente por el continuo abuso verbal o la indiferencia. El divorcio de los padres, con frecuencia, causa este tipo de daño y desorden en la personalidad de los niños.

Estas cosas y, muchas otras dejan a las personas que las han experimentado con un tipo de perspectiva de una vida “torcida” o trágica y tienen profundas cicatrices emocionales. Al transcurrir la vida eso los pone en contacto con estas área profundas de sentimientos dañados, entonces, escapan o muestran otras reacciones peculiares.

Evitan cualquier situación que les pueda recordar sus experiencias o hacérselas “vivir” de nuevo. Con frecuencia, sus cónyuges, u otras personas cercanas no pueden entender por qué reaccionan a la vida tal como lo hacen. Estas son áreas dañadas, a través de las cuales, no le permiten a Dios actuar.

Tales individuos, generalmente, no quieren que Dios ni ningún otro hurgue en estas áreas interiores. Frecuentemente, hay un gran dolor asociado con cualquier cosa que haya causado esta distorsión sicológica y por lo tanto, evitan cualquier intercambio personal que pudiera tocar estas áreas de dolor. Sus vidas manifiestan un tipo de conducta extraña y distorsionada. En lugar de reaccionar normalmente ante las situaciones de cada día, con frecuencia, ven en ellas peligros escondidos.

De modo que se encierran, volviéndose a esconderse detrás de alguna frágil barrera emocional que han levantado en su mente. de esta manera piensan, que estas los van a proteger del dolor. Sin embargo, esto no funciona. Al observar estas reacciones peculiares, las personas cercanas a ellos, frecuentemente, son propensas a hacer o decir las mismas cosas que sirven para agravar la herida. Ellos, tratan de librarlos de estos extraños amaneramientos que exhiben, pero en realidad, los perjudican más.

La solución de Dios para estos dolores profundos es traerlos a la luz. Debemos abrir nuestra a Jesús y “dejarle ver” lo que nos ha ocurrido. Debemos permitirle tocar y sanar nuestras heridas más profundas, para eso, una vez más, se requiere fe. Debemos saber y confiar en que Dios nos ama completamente y sin reserva. Creer que Él nos tratará con la amabilidad más tierna. Tener fe en Aquel que nos hizo y sabe cómo curar nuestras heridas, y así lo hará hasta con todo sufrimiento.

A menos que seamos capaces de abrirle completamente estas áreas de nuestra vida, no podremos experimentar Su sanidad. Es absolutamente imperativo que abramos cada “puerta” interior a Él y le permitamos ver todo lo que ocurrió completamente, lo que se nos dijo. Todo nuestro dolor y lágrimas deben ser puestos a Sus pies. De esta manera, el Gran Médico vendrá, pondrá sus manos sobre ti y te curará.

En algunos casos, los individuos emocionalmente heridos, han enterrado su dolor tan profundamente que aún su propia mente ha “olvidado” lo que ocurrido. Ellos reprimen sus sentimientos tan severamente que van convirtiéndose en paralíticos emocionales y, en el proceso, borran completamente lo que ha ocurrido. Esto puede darse especialmente en casos de violación o abuso sexual de niños.

De la misma manera que crecemos espiritualmente así crecemos en nuestra intimidad con Jesús. Él puede y, por cierto, traerá estas cosas a la mente y Él hará brillar Su luz sobre estas. No quiero decir que debamos tratar de inventar cosas o imaginar que algo que ocurrió cuando, en realidad, no fue así. Sólo sé que en Su tiempo y a Su modo, Él puede revelar memorias “olvidadas” y enterradas que están estorbando el progreso espiritual de la persona. De este modo, sólo su luz puede sanar esta área, de modo que su vida pueda fluir a través nuestro den maneras renovadas.

Un secreto para la sanidad emocional es el perdón. Jesús puede darnos un perdón genuino y profundo para que nosotros perdonemos a los que nos perjudicaron. Este es un factor extremadamente importante en el proceso de sanidad. Cuando somos capaces de perdonar a otros, experimentamos una maravillosa liberación. A la luz del Señor podemos ver cómo estas personas fueron sólo juguetes en las manos del enemigo de Dios. Podemos entender cómo quizás ellos también sufrieron cosas similares y que vivieron y actuaron en oscuridad simplemente fueron instrumentos del diablo.

El perdón de Cristo puede inundar nuestra alma y liberarnos tanto a nosotros como a aquellos que nos maltrataron. Este perdón sobrenatural abre el camino para experimentar la sanidad divina en nuestra alma.

Después de que se traiga todo a la luz de Dios y luego de perdonar a otros, hay todavía un paso más: Estos individuos heridos deben estar dispuestos a permitirles a Jesús que entre en su vida para que las llene y tal como aquellos con valles de debilidad y temor, deben estar dispuestos, en fe, a entrar en estos territorios, que alguna vez, fueron sólo dolor, Para eso necesitan confiar en la protección de Jesús porque, al actuar en obediencia, y experimentar la presencia de Jesús.

Estas personas deben descartar las frágiles barreras psicológicas de protección que han levantado y dejar de huir para comenzar y dejar que Su Vida, la llene el Señor en todas estas áreas. Deben estar dispuestos a permitirle a Él accionar y reaccionar, amar y ser amado. Sólo arriesgándolo todo y actuando en fe en estas áreas emocionales heridas puede uno ser librado y sanado completamente. Evitar tal apertura del alma sólo servirá para causar más dolor a sí mismo y a otros.

A través del perdón y el toque sanador de Jesús, estas áreas dañadas de nuestra vida llegan a abrirse para que la Vida de Dios viva y se mueva en nosotros. Quizás, esto tome algún tiempo, aún años, , sin embargo, aquí no hay reglas porque cada vida es diferente y Jesús conoce lo que es mejor para cada persona.

Sin lugar a dudas, con el tiempo y a través de la fe, podemos experimentar la nueva vida y reparar las áreas dañadas. También, pueden ser usadas por nuestro Dios manifestarse a Sí mismo.

Los caminos torcidos pueden enderezarse de modo que Él podrá moverse a través nuestro. Más aún, frecuentemente, a través de estas mismas áreas que fueron atacadas y dañadas por el diablo usando a otras personas también podemos tener el más poderoso impacto Cuando estas áreas de nuestra vida, son sanadas y llenas de Dios, llegan a ser armas poderosas contra el maligno quien trató de destruirnos. Ciertamente, “los cojos arrebatarán el botín” (Is. 33:23).

LOS CAMINOS AÁSPEROS

Cuando las personas vienen a Cristo, “tal como soy”, según lo expresa un famoso himno, a veces, “como soy” es un poco peculiar. Nosotros tenemos conciencia de que somos “un pueblo” (1P.2:9) pero algunos cristianos son sólo un poco más peculiares de lo necesario, ellos tienen rasgos de personalidad y amaneramientos que pueden ser divertidos o aún incómodos y francamente irritantes para otros Son hábitos que pueden molestar debido a las conductas que sólo sirven para crear antagonismo tanto en el creyente como en el no que no es Obviamente, una conducta tal, estorba la plena y libre expresión de Cristo en sus vidas. Nuestra conducta extraña o hábitos inusuales no sirven para glorificar a Dios. Necesitan también ser cambiados.

Parte del trabajo del Espíritu Santo es iluminarnos. Cuando somos receptivos a Él, Dios nos mostrará si tenemos algunos de estos rasgos peculiares que no le dan honor al Señor. Como parte de esta iluminación, Él puede aún usar a otros que nos conocen y aman más para impartir cierta corrección. y así tenemos la maravillosa oportunidad de negarnos a nosotros mismos. Podemos experimentar la cruz de Cristo haciendo morir lo que somos y remplazándolo con lo que Él es. Naturalmente, si nos amamos a nosotros mismos y apreciamos nuestras pequeñas peculiaridades, nunca experimentaremos la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sólo cuando nos veamos a nosotros mismos en su luz, revelando la necedad de lo que somos, podremos cambiar. Entonces, al arrepentirnos al exhibir nuestra propia naturaleza carnal podemos ser librados de lo que somos. De esta manera le permitimos hacer toda Su obra en nosotros, podemos andar en los caminos del Rey.

TERRITORIOS DE LOS DEMONIOS

Mientras que comúnmente pensamos que nuestros comportamientos son “inocentes” y nuestros problemas son sólo normales, en verdad hay más de lo que vemos en la superficie. Cualquier área no transformada de nuestra vida puede ser y, de hecho, es usada por espíritus malignos y demonios para influenciarnos, controlarnos y movernos a hacer su voluntad.

Esto es especialmente cierto en las áreas mentales y emocionales donde han tenido éxito causando daño y han establecido “ un punto de control que avanza y se establece. Estos espíritus malignos usan a otras personas a las cuales saben que las podrán controlar afectar nuestra vida. De este modo, habiendo causado daño, se valen de esta área herida para influir sobre nosotros. Al usar a estas otras personas, implantan en sus víctimas ciertos patrones de pensamiento.

Por ejemplo: Supongamos que estos demonios influyen en algún miembro de la familia para abusar sexualmente de una jovencita. Antes de este evento o esta serie de eventos, quizás ella era una chica espontánea, receptiva y normal. Pero, después, su visión de la vida cambia. Ya no es más inocente, ni se siente libre para hacer “chiquilladas” por temor a poder atraer la atención de algún hombre que le haga daño otra vez.

Quizás ella se culpa así misma por actuar de forma que atraiga la atención masculina y Se retrae emocionalmente construyendo paredes emocionales y mentales para tratar de protegerse y evitar que una cosa así ocurra de nuevo. La joven se convierte en un ser herido y atado emocionalmente.

Esta es la manera en que los espíritus malignos han logrado establecer en ella una base emocional que puede ser manipulada y controlada. Cuando quiera que los hombres se le aproximen, siempre tendrá una reacción extraña hacia ellos. No será una respuesta normal a lo que digan o hagan, sino la reacción de un alma herida. Entonces, esta mujer tendrá muchas dificultades en sus futuras relaciones con hombres, principalmente con su esposo. Tendrá grandes desafíos para actuar como una mujer normal. Cualquier proposición que pueda hacerle su esposo será interpretada probablemente a la luz de su pasado. Los espíritus malignos han logrado establecer dentro de ella una actitud, una forma de pensar una serie de pensamientos que, cuando son activados por algo que su esposo, hace, entonces le producirán una reacción de retraimiento y sentimientos encontrados.

Quizás su esposo, al no entender esta reacción peculiar, podría enojarse y este enojo servirá más aún para herirla y empeorar su relación. Algunos hombres, sin temor de Dios o sin entender el verdadero problema, llegan a frustrarse y son estimulados por demonios que tratan y satisfacen su frustración abusando de sus propias hijas. Por lo tanto, el terreno que tiene el enemigo pasa de generación en generación.

Tenemos así el caso de un joven, quien era con frecuencia golpeado severamente por su padre. Este abuso continuó por muchos años. De modo que, en la mente de este joven, se había formado una opinión de los hombres: “No se puede confiar en ellos” . El llegó a tener tanto temor que hasta llegó al punto de padecer paranoia. Como podemos ver, él tendrá mucha dificultad para relacionarse con otros hombres porque no puede confiar en ellos, ni. tampoco en sus amigos ni hacer amigos a quienes pueda abrir su corazón. Su mente ha sido programada para pensar en cierta forma y sus reacciones son predecibles.

Los espíritus malos han ganado terreno en él y luego usan este terreno para controlarlo. Quizás, cuando este hombre reciba a Cristo, quiera servirlo. Pero tendrá grandes problemas relacionándose con otros hombres en el Cuerpo de Cristo y será siempre suspicaz, temeroso y cerrado. Sin duda que el diablo arreglará la circunstancias para tratar continuamente de reforzar estas ideas. Dichas conductas dan como resultado el aislamiento y la división.

LA RENOVACIÓN DE LA MENTE

Los espíritus malignos trabajan para establecer patrones de pensamiento dentro de nuestra alma. A través de muchas y variadas técnicas implantan ciertas ideas o series de ideas en nuestra mente que aceptamos como ciertas. Estas cadenas de pensamiento describen las relaciones con la vida y las demás personas Que, en ciertos casos, se conviertan en “verdades” para nosotros y actuamos y reaccionamos a nuestro ambiente de acuerdo a estos patrones de pensamiento. Normalmente, se encuentran asociados con pensamientos espirituales malos que presionan para activar estos pensamientos que han establecido en nuestra mente ciertos detonantes que, influyen de manera programada. Estos botones detonantes son generalmente algo que otros dicen o hacen que es similar a las cosas que el enemigo usó en nuestra vida para establecerlos. Por lo tanto, reaccionamos, no a la verdad de la situación, sino a la versión de la verdad del diablo, la cual ha logrado implantarse en nosotros. Frecuentemente, la gente cercana a nosotros suele activar estos pensamientos y se sorprenden con nuestras reacciones. Esto sucede porque no estamos respondiendo a lo que en realidad está siendo dicho o hecho, sino a una serie ya programada de ideas que ha sido activadas.

Obviamente, tales personas no son canales dispuestos para el servicio a Dios. Es muy común ver creyentes quienes, aunque son usados por el Señor, también tienen áreas de su vida que están bajo el control de espíritus malignos. El resultado de esto lleva a que la expresión del Señor, a través de ellos, sea limite, frecuentemente contaminada por sus acciones y reacciones que están bajo la influencia satánica.

No estoy diciendo que esta gente esté “poseída” por demonios. Es solamente que sus patrones de pensamiento, establecidos por el enemigo a través de sus experiencias, los exponen a ser usados por él. Son suspicaces, temerosos, a veces agresivos, cerrados y con el alma herida.

Cuando otras personas tratan de acercarse a ellos y comienzan a ver estas áreas heridas, pueden ocurrir dos cosas: Algunos reaccionan cerrándose y escapando emocionalmente y otros atacan como si fueran un animal arrinconado para herir a aquel que está tratando de acercarse, de modo que retroceden. Este es el instinto clásico de “luchar o huir”. Dichos mecanismos de protección humanos y naturales no manifiestan la naturaleza divina. Para llegar a ser un “camino” y llegar al Rey estas cosas deben cambiarse.

En Romanos 12:2 leemos que no debemos conformarnos a este mundo sino “ser transformados por medio de la renovación de la mente”. Aquí está la solución de Dios para la “programación” de los espíritus malignos. Se trata de hacer brillar Su luz en nuestro interior y exponer estas mentiras del enemigo. Así que andamos con el Señor y, de este modo, utilizará varios métodos, incluyendo las circunstancias y el consejo de otros para revelar estas áreas bajo el control del espíritu maligno. Él descubrirá sus mentiras, mostrándolas por lo que son y nos ayudará a entender cómo estas mentiras llegaron a implantarse en nosotros.

Seguidamente nos mostrará Su verdad, la cual nos libertará de la esclavitud bajo la cual hemos estado viviendo. Esta “renovación” de nuestros procesos de pensamiento traerá a nuestra mente más y más el control del Espíritu Santo. Cuanto más nuestros pensamientos estén bajo Su control, tanto más podremos ser un reflejo de Él mismo. Verdaderamente esto es lo que todo creyente necesita experimentar.

Jesús vino a salvar nuestra alma completamente. Su voluntad es que nos convirtamos en expresiones vivientes de Él mismo, sin estorbos ni barreras. No hay esclavitud, herida, montaña o valle que sea demasiado difícil para que El Señor lo cambie o lo cure. Su poder es más que suficiente. Su amor no tiene límites. Su gracia es suficiente, aún para las cosas más difíciles.

Verdaderamente, Él es “capaz de salvar completamente a aquellos que vienen a Dios a través de Él” (Heb.7:25).

Nunca jamás debemos creer que nuestro caso es demasiado difícil o que debemos quedarnos siempre como somos. La obra de Jesús en la cruz fue suficiente para cambiar a cualquiera a Su gloriosa imagen. Ninguno es demasiado débil. Ninguna situación es demasiado difícil. Génesis 18:14 pregunta: “¿Hay algo demasiado difícil para el Señor?” Nuestra respuesta debe ser ¡“no!” Debemos poner firmemente nuestra fe sobre esta realidad si vamos a ser libres. Jesús ha conquistado aún la muerte y el pecado. Todas las cosas ahora están bajo Sus pies. Su poder está ampliamente disponible para liberar a cualquiera que confía en Él.

Sin embargo, nada de esto sucederá sin nuestra cooperación voluntaria. Dios no hará nada dentro nuestro, a menos que estemos completamente preparados y dispuestos a que Él lo haga. Por eso, para poder entrar a esta buena tierra y poseerla, día a día, debemos seguir la dirección del Espíritu Santo. Cuando nos dirija a áreas de debilidad o temor, allí debemos ir, día tras día, más y más hasta que hayamos vencido. Cuando Él escoja permitirnos fracasar y frustrarnos, debemos someternos a Su mano, De esta manera, podemos siempre estar confiados en que lo que Dios está haciendo en nuestra vida, en este mundo actual. es lo mejor para nosotros.

Nuestra visión no puede limitarse a solamente mañana, sino que debemos también ser capaces de ver cómo Dios obrará en el futuro. Los desafíos y los sufrimientos de hoy están produciendo la gloria de mañana.

GIGANTES EN LA TIERRA

Naturalmente, nuestro viaje hacia la buena tierra involucrará muchas batallas. Tal como los hijos de Israel tuvieron que batallar con muchos enemigos para entrar y tomar la posesión de lo que Dios ya les había dado, nosotros también seremos confrontados por muchos enemigos espirituales. Entre estos enemigos y en primer lugar estaban los gigantes. Así también, en su alma, los nuevos creyentes tienen, con frecuencia, algunas fuerzas muy poderosas dispuestas a luchar contra ellos. Las áreas dañadas de nuestra alma y la debilidad que encontramos dentro nuestro pueden ser muy difíciles de conquistar.

No sólo tenemos que luchar contra nuestra carne, sino también tenemos el poder enraizado de los espíritus malignos. No debemos sorprendernos de que estos se levanten para oponerse a cualquier esfuerzo para quitarle su territorio.

Para algunos, el desafío parece abrumador porque están simplemente demasiado atemorizados. Tienen poca fe en Dios. De modo que se niegan a entrar y confrontar a los gigantes en su vida. Se rehúsan a avanzar por fe en las áreas dañadas emocionalmente o débiles. No abren su corazón ni su vida completamente a Dios para que Él los toque. Están en la misma situación que los diez espías que regresaron de Canaán con un informe desfavorable. “Hay gigantes en la tierra”, clamaron, “somos demasiado débiles par vencerlos”.

De modo que no entraron y estuvieron vagando en el desierto por 40 años hasta que murieron. ¡Cuántos hijos de Dios hoy día están en esta misma situación, se niegan a obedecer a Jesús por causa del temor y no están dispuestos a avanzar en fe ni confiar y sin confrontar a los gigantes en su vidas! Ellos quieren que nadie, ni siquiera Dios, llegue a las áreas heridas en su alma.

De modo que están vagando en el desierto espiritual. Quizás van de iglesia en iglesia, de ministerio en ministerio cristiano, esperando algún tipo de liberación que no involucre ningún acto de fe de su parte. Quieren ser libres, pero no quieren tener que arriesgar nada ni obedecer. Están vagando en el desierto del pecado.

Hoy día no hay falta de “ministros de liberación” que expulsan estos espíritus malignos y tienen influencia en la vida de los creyentes. Invierten bastante tiempo gritando y reprendiendo a estos seres espirituales. El problema es que, con frecuencia, estos espíritus no están realmente “dentro”. Muchos individuos que tienen una pronunciada influencia de estos demonios en su vida no están realmente “poseídos” sino sólo bajo su propio control o influencia como hemos estado viendo.

Por lo tanto, “echarlos tiene sólo un efecto temporal. La base que ellos han establecido en la mente de las personas afectadas permanece y, por lo tanto. La influencia de estos espíritus regresa. Ciertamente hay casos reales de posesión demoníaca y estos deben ser tratados apropiadamente. Pero, con más frecuencia, lo que los creyentes experimentan es esta “programación” de la mente. Esto sólo puede ser superado por la “reprogramación” del Espíritu Santo.

Nuestra entrada a todo lo que Jesús ha comprado para nosotros requiere nuestra fe y obediencia. Él ha hecho Su parte. Ha pagado el precio que era necesario. Ahora el camino ha sido abierto para cualquiera y para que todos vengan y sean salvos, no sólo los nacidos de nuevo, sino también para aquellos que completamente han cambiado, de gloria en gloria, a la imagen de Jesucristo. ¿Está usted preparado y dispuesto a someterse y obedecer? Si es así, ganará recompensas eternas que nunca perecerán.

Fin del Capítulo 8

Use los siguientes hipervínculos para leer otros capítulos

Capítulo 1: El Amor de Dios

Capítulo 2: La oferta de la vida

Capítulo 3: Los dos árboles

Capítulo 4: Las dos naturalezas

Capítulo 5: La sentencia de muerte

Capítulo 6: La salvación del alma

Capítulo 7: El Tribunal de Cristo


Capítulo 9: La Sangre del pacto

Capítulo 10: Dividiendo el Alma y el Espíritu (1)

Capítulo 11: Dividiendo el Alma y el Espíritu (2)

Capítulo 12: Por gracia a través de la fe

Capítulo 13: La imagen del Invisible

Capítulo 14: La Esperanza de gloria