Ministerio Grano de Trigo

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Venga Tu Reino


Una recompensa justa

UNA PUBLICACIÓN DE MINISTERIO “GRANO DE TRIGO”

Escrito por David W. Dyer

ÍNDICE

Capítulo 1: Venga tu reino

Capítulo 2: Los dos "reinos"

Capítulo 3: Una breve cronología

Capítulo 4: El día del Señor

Capítulo 5: En el comienzo

Capítulo 6: El fracaso del hombre

Capítulo 7: El reino de Dios está entre vosotros

Capítulo 8: "Señor, Señor"

Capítulo 9: Una recompensa justa

Capítulo 10: Perdón y juicio

Capítulo 11: El hijo varón

Capítulo 12: Viviendo en la victoria

Capítulo 13: Obras de fe

Capítulo 14: Una palabra de aliento

Conclusión



Capítulo 9
Una recompensa justa

En el capítulo anterior, hablamos sobre el hecho de que no todos los hijos de Dios entrarán a Su Reino Milenial. Aunque todos estarán con Él eternamente, no todos los que pronuncien el nombre del Señor accederán a la bendición de reinar y disfrutar de un banquete con Él en Su Reino.

En este capítulo, estudiaremos un aspecto aún más profundo de esta verdad, y es el siguiente: no solo pasará que algunos creyentes no entrarán al Reino de Jesús, sino que, además, algunos de ellos que son rebeldes y desobedientes serán castigados. No solo se perderán la valiosa recompensa del Reino, sino que serán castigados de diversas maneras. Algunos de ellos serán castigados gravemente por su desobediencia. Lo que haremos aquí es revisar las escrituras que ilustran esta aleccionadora verdad.

La Biblia nos enseña que Dios está llevando a muchos hijos a la gloria (Heb 2:10). Qué privilegio es poder ser uno de ellos. Desde que fuimos redimidos por la preciada sangre del Cordero, nos hemos salvado de la ira de Dios y Él ya no nos trata como a Sus enemigos. En cambio, Él nos trata como Sus hijos.

Sin embargo, convertirse en hijos de Dios no significa que hayamos escapado de Su disciplina o que podamos hacer lo que queramos. Así como usted, como padre, no permitiría que sus hijos sean rebeldes y desobedientes, sino que los disciplinaría para evitar que vivan ese tipo de vida, Dios también lo hace.

Las escrituras dicen: "Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo" (Heb 12:6). Esta palabra, "azota", significa golpear con un látigo o una vara. Dios no es el tipo de padre que algunas personas son hoy. No promueve la permisividad. Ama a Sus hijos y, en Su sabiduría, se da cuenta de que la disciplina es saludable, que reprenderlos por sus pecados hará que hagan lo correcto en el futuro. De hecho, Su forma de disciplinarnos demuestra que somos Sus hijos porque, en Su gran amor, nos corrige (Heb 12:8).

Ahora, hemos llegado a un principio divino muy importante. Gálatas 6:7 dice: "No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará". El tipo de semilla que un jardinero o agricultor ponga en la tierra será exactamente el tipo de planta que crecerá. Si siembra maíz, no obtendrá frijoles; si siembra cebollas, no cosechará zanahorias. La semilla que se siembra produce exactamente el mismo tipo de cosecha.

El mismo principio se aplica para nosotros en el mundo espiritual. En consecuencia, podemos estar seguros de que, independientemente del tipo de vida que vivamos, cosecharemos las consecuencias correspondientes, tanto ahora como en el futuro. Si vivimos una vida pecaminosa o, en otras palabras, "sembramos para la carne", segaremos el resultado de la "corrupción" (Gal 6:8). Si "sembramos para el Espíritu", recibiremos más y más de la vida eterna de Dios o, en otras palabras, la madurez espiritual. Los hijos de Dios no son inmunes a este principio alterable. Sin duda, recibiremos los resultados de lo que estamos sembrando hoy.

No piense que, solo porque estamos bajo la gracia de Dios y nos hemos librado de la ira con la que Él destruirá a Sus enemigos, podemos hacer lo que queramos. No es posible burlar a Dios, Él tampoco es ciego. No se engañe en cuanto a esto. La Biblia nos dice que "los ojos de Jehová están en todo lugar, mirando a los malos y a los buenos" (Pr 15:3). Es Él quien "escudriña la mente y el corazón" (Ap 2:23). Él sabe lo que pensamos, sabe lo que decimos y sabe lo que hacemos. Todo lo que está oculto para los demás, Él lo sabe. Y por todas estas cosas tendremos que rendir cuentas ante el asiento de juicio de Cristo.

En ese momento, aunque nadie estará en peligro de sufrir por la eternidad en el lago de fuego, si hemos sido desobedientes, estaremos en peligro de recibir un castigo apropiado y merecido. Cosecharemos exactamente lo que hemos sembrado. Dios castigará a Sus hijos rebeldes. Sí, ciertamente lo hará.

En Apocalipsis 2:23 leemos que Jesús dice: "y os daré a cada uno según vuestras obras". Apocalipsis 22:12 dice: "He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra". Y, nuevamente, en 2 Corintios, capítulo 5, versículo 10, leemos lo siguiente: "Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba [sea recompensado o castigado] según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo".

Con respecto a estos versículos, he escuchado a algunos enseñar que, si las cosas que hemos hecho son buenas o son malas, Dios aún nos recompensará. Aún nos bendecirá. Aún nos dará solo cosas buenas.

Este tipo de pensamiento tipifica lo que significa ser engañado. De alguna manera, el diablo o sus propios pensamientos lo han hecho creer algo que no puede ser cierto. Es imposible sembrar semillas malas y cultivar buenas recompensas.

También he escuchado decir lo siguiente: "Bueno, aquellos que han hecho el bien recibirán muchas recompensas y aquellos que han hecho el mal recibirán solo unas pocas cosas buenas". Creo que debo decirles, en el nombre de Jesucristo, que esta no es la verdad.

Cuando la Biblia utiliza la palabra "recompensa", no siempre se refiere a algo bueno o a una bendición. La palabra "recompensa" también se utiliza en el Nuevo Testamento para referirse al castigo justo de actos impíos. Básicamente, significa que obtendremos nuestra "recompensa justa".

Cuando Jesús estaba colgando en la cruz entre los dos ladrones, uno de ellos dijo: "porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas este ningún mal hizo" (Lc 23:41). Estaban siendo crucificados porque habían hecho el mal. Por lo tanto, estaban sufriendo la "recompensa" que merecían.

Cuando Jesucristo venga con Su recompensa, no debemos pensar que solo puede ser buena sin importar lo que hayamos hecho con las cosas que nos ha dado. Entonces nos juzgará de acuerdo con lo que hemos hecho con nuestro tiempo y nuestros talentos (He 1:18, 2 Tim 4:14, 2 Pe 2:13, Ap 18:6).

¿Dios castigaría a algunos de Sus hijos? Sí, lo haría, lo hará si son rebeldes y desobedientes. De hecho, esta es una de Sus grandes promesas de las que podemos depender. Algunos dicen que la corrección y el azote que la Biblia menciona solo ocurren hoy, en esta vida. Creen que el Señor nunca haría eso cuando venga.

Si bien es cierto que, en este mundo, Dios nos aplica disciplina y nos corrige mucho, es igualmente cierto que algunos de los hijos de Dios no responden a esto. No hacen caso a la amonestación de Dios y no permiten que Él los guíe y los corrija. En cambio, siguen siendo rebeldes.

Muchas veces, estas personas atribuyen las circunstancias desafortunadas que surgen como acontecimientos naturales y se rehúsan a reconocer la mano de Dios en Su trato con ellos. Algunos encontrarán alguna excusa para no admitir que los problemas por los que están pasando son la disciplina divina del Padre celestial. Estas personas endurecen sus cuellos y sus corazones frente a lo que Dios está haciendo. Por lo tanto, no se benefician de la disciplina divina en esta vida.

Debido a su rebelde disposición, no permiten que el Espíritu Santo haga Su obra. Aunque pueden engañarse a sí mismos intentando imaginar que todo está bien, cuando Jesucristo vuelva, todas las cosas quedarán expuestas. Todos los consejos y pensamientos ocultos del corazón se traerán a la luz, y estos hombres y mujeres que conocían la voluntad del Señor, pero que no la cumplieron, sufrirán Su castigo.

Volvamos nuevamente al capítulo 25 de Mateo y examinemos otra parábola del Reino en la que podemos encontrar detalles de esta verdad. Comenzando en el versículo 14, este pasaje dice:

"Porque el reino de los cielos es como un hombre que, yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos.

Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo, el que había recibido dos, ganó también otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor.

Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.

Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.

Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo.

Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses.

Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.

Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes" (Mt 25:14-30).

Qué parábola tan tremendamente aleccionadora. En ella, Jesucristo habla de Sus "siervos". Si pensamos abiertamente en esto, debemos llegar a la conclusión de que estos tres siervos eran todos creyentes. Todos eran siervos del Señor, cada uno de ellos recibió talentos de Él para hacer Su voluntad mientras Él estaba lejos.

Ningún no creyente encaja en esta categoría. No cometa el error de llamar a dos siervos creyentes y al otro siervo no creyente. Los tres deben ser lo mismo. Los tres son creyentes nacidos de nuevo, son siervos de Jesucristo.

En esta parábola del Reino se nos informa que el servicio improductivo será echado a las tinieblas de afuera, donde hay lloro y crujir de dientes. No se nos dice exactamente qué son o dónde están las "tinieblas de afuera", pero podemos imaginar que es un lugar que está separado de la presencia directa de Jesucristo y que es un lugar de búsqueda profunda del alma para las personas que son echadas allí.

El "lloro y el crujir de dientes" sobre los que hablan las escrituras son causados por la angustia de estos creyentes que se han dado cuenta de lo que podrían haber tenido, la alegría a la que podrían haber accedido, si tan solo hubieran hecho un pequeño esfuerzo por ser fieles. Pero ahora ven que es demasiado tarde. En este momento, no pueden recuperarse para acceder al Reino y son relegados en este estado de tinieblas durante 1000 años durante el banquete de bodas hasta el comienzo de la "eternidad futura".

Este es un castigo grave. Es algo que estoy seguro de que a nadie le gustaría experimentar. Afortunadamente, ningún creyente debe pasar por esto, ya que Dios nos ha capacitado para ser fieles y nos empoderará para ser obedientes.

Es importante tener en cuenta que las tinieblas de afuera no son lo mismo que el lago de fuego. Preste especial atención a esto. En ningún lugar de la Biblia se dice que las tinieblas de afuera son lo mismo que el lago de fuego. Es común que los cristianos relacionen estas dos cosas cuando no deben hacerlo.

Hay varias buenas razones para hacer tal distinción. Para empezar, el lago de fuego no puede ser oscuro como las tinieblas. Durante muchos miles de años, hasta el reciente uso de la electricidad, la única manera de tener luz en un lugar oscuro fue encender fuego. Una vela o una lámpara es simplemente fuego en un formato pequeño. Por lo tanto, nadie que viviera en el tiempo de Jesús pensaría que un lugar lleno de fuego podía ser oscuro. De hecho, pensarían lo opuesto.

A continuación, debemos recordar que este juicio de "siervos" se llevará a cabo cuando Jesús regrese. Como ya hemos visto, los no creyentes no serán raptados. Por lo tanto, no se puede creer que alguien no creyente esté presente frente al asiento de juicio de Cristo cuando se recompense a los otros "siervos".

Solo después del milenio los no creyentes serán resucitados y juzgados, y solo entonces cualquier persona (además de la bestia y el falso profeta) será echada al lago de fuego.

No nos inspiremos en Dante o Milton, que representan el infierno como un lugar lleno de diversos tipos de castigos y sufrimientos (es decir, oscuridad, azotes, fuego, etc.). No, ser echado a las tinieblas de afuera es un castigo para los hijos de Dios. Es temporal y es algo que ocurre en el asiento de juicio de Cristo al comienzo del Milenio.

A los ojos de muchas personas, el pecado de este siervo no parece ser muy malo. La verdad, no hizo nada claramente malvado. Simplemente no hizo nada. Hemos hablado antes sobre el hecho de que no hay un terreno neutro en este mundo. En nuestras vidas, participamos en un reino o en el otro. Estamos viviendo en el Reino de Cristo y en obediencia a Él, o, a sabiendas o sin saberlo, servimos al diablo.

Jesucristo nos ha confiado una comisión de ir al mundo, enseñar a todas las naciones y convertirlos en discípulos (Mt 28:19). Un discípulo es alguien que es obediente y disciplinado por su maestro. A los fieles se les confía este mensaje y se les da varias capacidades que pueden usar para transmitirlo.

Si por miedo, pereza o simple desobediencia no usamos nuestros dones y talentos para cumplir lo que Dios nos ha ordenado hacer, responderemos por esto ante el asiento de juicio de Cristo. En este momento, algunos de los hijos de Dios serán echados a las tinieblas de afuera. Habrá lloro y crujir de dientes. No solo algunos creyentes quedarán fuera del banquete de bodas, sino que también algunos serán castigados de esta manera por su flojera y su desobediencia.

Jesús repite esta misma advertencia en otro lugar donde afirma que "vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos [este es el banquete de bodas]; mas [algunos de] los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes" (Mt 8:11,12).

¿Quiénes son estos "hijos del Reino"? Son aquellos que, en virtud de ser hijos porque nacieron de Dios, tenían el derecho de heredar el Reino. Al igual que el hijo de un hombre terrenal heredará sus bienes cuando muera, también los hijos de Dios tienen el derecho a heredar el Reino que Él prometió.

La traducción "Palabra de Dios para Todos" deja esto muy claro diciendo lo siguiente: "… muchos vendrán del oriente y del occidente y en el reino de Dios participarán en un banquete con Abraham, Isaac y Jacob. Pero los que nacieron para tener el reino serán expulsados. Estarán en la oscuridad, donde llorarán y crujirán los dientes de dolor". Los hijos de Dios que no sean fieles serán desheredados y, no solo eso, sino que también serán castigados.

Hay muchos que, por error, intentan aplicar esta y otras parábolas del "Reino" a la "eternidad". Entonces razonan que el siervo infiel que es castigado está "perdido". Suponen que perdió su vida eterna. Alguna vez nació de Dios, pero debido a su desobediencia, dejó de ser uno de los hijos de Dios.

Si tomamos esta perspectiva, entonces tendremos que suponer que Dios está generando hijos de manera aleatoria e incluso irresponsable. Si esto es cierto, entonces nuestro Padre celestial está permitiendo que las personas reciban Su vida y se conviertan en parte de Su familia sin ningún plan para lidiar con sus problemas y deficiencias.

Esta idea nos lleva a pensar en el nuevo nacimiento simplemente como un tipo de experimento para ver si las cosas saldrán bien o o no. Esto sería como que un hombre tuviera, por ejemplo, una docena de hijos y, luego, cuando algunos de ellos no le agraden, les disparara a la mitad para “descartar a los malos”, por decirlo de alguna manera.

No, Dios no está haciendo nada sin un propósito planificado previamente. Él conoce el principio y el final. De hecho, Él es el principio y el final. Por lo tanto, cuando alguien acude a Él y Él lo recibe, ya tenía el plan y el poder de tratar con él como hijo y, entonces, hacer que ese hijo se someta a Él. Este plan divino incluye disciplina, incluso durante la era del Reino.

¿Por qué Dios castiga y sanciona a Sus hijos de esta manera? Todo lo que hace en relación con Sus hijos lo hace por Su amor. Así que podemos estar seguros de que este futuro castigo también se deberá a lo mismo. Lo hará por nuestro bien. Este escarmiento de los hijos de Dios pretende romper su terquedad y su voluntad reacia. Si no nos sometemos a Él en esta vida, entonces Él tendrá que trabajar para corregir este problema cuando vuelva.

Él lo hará para que aprendamos a ser obedientes, de modo que estemos listos cuando llegue la eternidad. Cuando el Reino Milenial termine y comience el "futuro eterno", todas las rebeliones deben haber sido limpiadas de los corazones de los hijos de Dios para que puedan disfrutar libremente de la nueva creación. Dios sabe lo que es mejor para nosotros. Estoy seguro de que Le aflige enormemente que Sus hijos no se hayan preparado. Pero en Su divina providencia, nos ha dado una manera de ayudarnos para que, finalmente, estemos listos.

MUCHOS AZOTES

Ahora, volvamos a otro pasaje en Lucas capítulo 12, comenzando por el versículo 35. Tenga en cuenta que este pasaje también se refiere en el contexto del Reino (consulte el versículo 31):

"Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida.

Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles”. [Esto habla del banquete en el Reino]. "Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los hallare así, bienaventurados son aquellos siervos" (Lc 12:35-38).

"Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente al cual su señor pondrá sobre su casa, para que a tiempo les dé su ración? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. En verdad os digo que le pondrá sobre todos sus bienes". [Esto habla de reinar en el Reino].

"Mas si aquel siervo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzaré a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y embriagarse, vendrá el señor de aquel siervo en día que este no espera, y a la hora que no sabe, y le castigará duramente, y le pondrá con los infieles.

Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco" (Lc 12:42-48).

Aquí se nos explica de manera clara e indiscutible el hecho de que, cuando Jesucristo regrese, algunos de Sus siervos serán castigados. El siervo del que las escrituras hablan aquí fue golpeado con muchos azotes. Las palabras en la versión Reina Valera de 1977, "y le cortará" (versículo 46), no significan cortarlo en pedazos, sino "azotarlo severamente".

Esto se refiere a cómo se corta la piel de la espalda cuando recibe golpes repetidamente con un látigo. Esta debe ser la traducción correcta, ya que Dios no es una especie de maníaco que descuartizará a las personas, sino un Padre amoroso que disciplinará a Sus hijos.

¿El Señor realmente castigará a Sus hijos de una manera tan grave? Puede estar seguro de que hará exactamente eso si hemos sido infieles y desobedientes. Esta disciplina, la cual los niños rebeldes recibirán, será grave y prolongada. Es algo que ocurrirá durante la era del Reino. Además, es algo que cualquier hijo sensato de Dios querría evitar a toda costa.

Aunque no puedo predecir exactamente de qué forma se manifestará este castigo, parece posible que, como ya hemos mencionado, una gran parte de él sea ver muy claramente lo que han perdido. Aquellos que fueron desobedientes verán cómo otros disfrutan de las recompensas del Reino mientras ellos son excluidos.

En Lucas 13:28, Jesús advierte sobre esta indeseable posibilidad: "cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos". Si bien aquellos excluidos están esperando que termine la era del Reino, sin duda, tendrán tiempo para revisar claramente su estilo de vida en este mundo. Me imagino que esto causaría una angustia prolongada (lloro y crujir de dientes), ver lo fácil que habría sido ser obediente y cuánto Dios les hubiera ayudado a vencer si tan solo hubieran estado dispuestos.

Aunque a algunos les gustaría negar esta cruda y desagradable realidad intentando de nuevo creer que la persona castigada no podría ser cristiana, aquí las escrituras dejan claro que este es un creyente.

Leemos en el versículo 45: "Mas si aquel siervo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir". Este es el mismo siervo que en los versículos anteriores fue bendecido por el Señor y quedó encargado de Su hogar. No debería haber duda de que este siervo sobre el cual hablan las escrituras era un hijo de Dios, pero que, en la última parte de este pasaje, se volvió desobediente.

Sí, Dios seguramente castigará a Sus hijos cuando lo merezcan. Tanto en esta vida como en la era del Reino venidero, Él recompensará a cada hombre según sus obras, ya sean buenas o malvadas. Todos los hijos de Dios deben tomar este mensaje en serio.

Colosenses 3:23-25, que son palabras escritas para los creyentes, dice lo siguiente: "Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia [esto significa heredar el Reino], porque a Cristo el Señor servís. Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas".

He declarado aquí que estos castigos para los creyentes son temporales, que durarán "solo" 1000 años. A lo largo de los años, muchos han preguntado si hay algún texto que demuestre tal cosa. ¿Existe alguna indicación en la Biblia de que, posteriormente, Dios reintegrará a estas personas de alguna manera? Aunque no hay referencias en las escrituras que indiquen esto en específico, esto se puede inferir razonablemente a partir del hecho de que estos versículos que hemos estado estudiando tratan específicamente del Reino venidero. Y sabemos que el Reino de Dios en esta tierra durará 1000 años.

Además, encontramos en Apocalipsis 21:4 algo muy interesante. Leámoslo juntos: "Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron".

Significativamente, este pasaje se registra después del Milenio, al comienzo de la "eternidad" cuando Dios crea un nuevo cielo y una nueva tierra (consulte el versículo 1). Me gustaría que considerara que nadie que esté comiendo un banquete, reinando y descansando con Jesucristo estará sufriendo o adolorido. No tendrán aflicciones. Estarán gozando y celebrando.

Pero aquí nos encontramos con otro grupo de personas. Han estado llorando y sintiendo dolor y aflicción, por lo que necesitan atención y consuelo especiales. Es Dios quien hará esto por ellos limpiando cada lágrima. Creo que no es extrapolar demasiado las escrituras imaginar que estas personas podrían ser aquellas que el Padre ha disciplinado durante la era del Reino, pero que ahora al comienzo de la "eternidad" está reintegrando y consolando.

Hay otro pasaje interesante en Judas 8-13. Aquí, el autor describe a un grupo muy especial de personas que asisten a la iglesia. Estos son "cristianos" que "mancillan la carne" o, en otras palabras, son impuros sexualmente y cometen fornicación y adulterio. Ellos "rechazan la autoridad" y podemos suponer que esto se refiere a la autoridad de Jesús. Son egoístas y "se corrompen como animales irracionales". No producen buen fruto, solo se sirven a sí mismos y no al Señor, deben tener el buen criterio de sentirse avergonzados, pero no es así.

Estas son personas que participan en las actividades de la iglesia, pero que no viven en el presente Reino de Dios. En otras palabras, no se someten a la autoridad de Dios. Es para estos que se reserva un lugar especial, "la oscuridad de las tinieblas". Esto es lo mismo que las "tinieblas de afuera" que hemos estado estudiando.

Aunque algunas versiones dicen que este castigo se sufrirá "eternamente" (vs 13), el texto en griego aquí no respalda esto. "Eternamente" es normalmente una traducción del griego "hasta las edades de las edades". Pero, en este versículo, el griego dice "hasta la edad" (singular) no "hasta las edades de las edades".

Esto se refiere a la próxima era del Reino y no a la eternidad. La correcta interpretación de este versículo también apoya a la idea de que esto es, verdaderamente, un castigo por un período limitado y predeterminado. (Los textos antiguos más confiables no mencionan un período en el pasaje paralelo 2 Pedro 2:17).

Hermanos y hermanas en Cristo, por su propio bien, les pido que presten especial atención a todo lo que se ha dicho aquí. ¡La forma en que vivimos hoy tiene consecuencias enormes!

Lo que sea que estamos sembrando es exactamente la recompensa que cosecharemos. Nadie recibirá tratamiento especial ni podrá escapar de la recompensa justa que merece. Si usted o yo somos desobedientes, el Señor nos castigará cuando regrese. No solo nos quedaremos fuera del banquete de bodas, sino que, durante 1000 años, sufriremos la justa disciplina de Dios.

Con estas cosas en mente, examinemos exhaustivamente nuestra manera de vivir para ver si lo que estamos haciendo es agradable a Dios. Y si descubrimos que no es así, debemos arrepentirnos por el Reino. Es muy bíblico vivir de forma sobria y prudente en este mundo para que podamos agradar a nuestro Señor.

Las cosas y los placeres mundanos que debemos rechazar hoy no son dignos de, incluso, compararse con las cosas que Dios tiene preparadas para nosotros. Nuestra vida aquí es corta y fugaz. Vale la pena invertir nuestro tiempo aquí sabiamente y ganar un milenio de alegría.

Fin del Capítulo 8

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ÍNDICE

Capítulo 1: Venga tu reino

Capítulo 2: Los dos "reinos"

Capítulo 3: Una breve cronología

Capítulo 4: El día del Señor

Capítulo 5: En el comienzo

Capítulo 6: El fracaso del hombre

Capítulo 7: El reino de Dios está entre vosotros

Capítulo 8: "Señor, Señor"

Capítulo 9: Una recompensa justa

Capítulo 10: Perdón y juicio

Capítulo 11: El hijo varón

Capítulo 12: Viviendo en la victoria

Capítulo 13: Obras de fe

Capítulo 14: Una palabra de aliento

Conclusión